Una zona poco visitada y de extraña y gran belleza.

La cara Sur del Aneto, desde la Sierra Negra. Foto: Barrabes

El valle de Benasque, es un hecho conocido, reúne 65 montañas de más de tresmil metros en su cuenca, así como innumerables picos que superan los 2.000m de altura.

Estos grandes macizos que se desploman vertiginosamente aislando y empequeñeciendo a los pueblos del valle conforman una complicada orografía llena de valles subsidiarios del principal, el del río Ésera. Más que del valle de Benasque, sería apropiado hablar de los valles de Benasque.

Esta acumulación de tresmiles, entre los que se encuentran las dos cumbres más altas de la Cordillera, el Aneto y el Posets, ha provocado que haya grandes zonas, valles enteros, salvajes, bellos y desconocidos, que apenas reciben visitas. La Aigüeta de la Ball es quizás uno de los ejemplos más representativos.

Cuando hace unos años propusimos una ruta que, en forma de signo de infinito, recorriera durante 5 duras etapas buena parte del valle, nos encontramos con algo curioso: había un territorio bien visible desde el pueblo de Benasque -de hecho, junto a las Tucas, es la principal visión que se tiene, la que evita que se puedan ver los macizos de Maladeta y Aneto-, de una belleza extraña y extraordinaria…que sin embargo, era totalmente ignorado.

Hasta el punto que, al describir la ruta, escribimos: “hay lugares tan a la vista que caen en la invisibilidad. Y se convierten en escondites secretos en medio de todas las miradas. Algo así ocurre con la Sierra Negra”.

La zona no solo es bellísima, sino que permite la que quizás sea la forma más diferente de ascender un tresmil de todo el Pirineo: partiendo desde un pueblo (Cerler o Benasque), y transitando por un terreno que no es el habitual para un tresmil (pastoril y lunar) hasta prácticamente los últimos 200 metros.

La Tuca de Ballibierna, al final de la Sierra Negra. Foto: Barrabes

En los años transcurridos desde entonces, con la apertura del Refugio de Cap de Llauset, las cosas han cambiado: la zona dejó de ser un olvidado destino, y se convirtió en un lugar de paso para travesías hacia la zona del Parque Natural Posets-Maladeta perteneciente a los valles de la Noguera Ribagorzana.

Y luego vinieron las dos grandes carreras del valle: primero fue la Gran Maratón Montañas de Benasque la que incluyó parte del cordal de la Sierra Negra en su recorrido; posteriormente, y aprovechando el Refugio de Cap de Llauset, fue el Gran Trail Aneto-Posets, cuyo trazado en infinito se aproximaba a grandes rasgos a la ruta montañera que proponíamos, el que cambió su recorrido, pasando por la Sierra Negra, y dándola a conocer.

Hoy queremos dedicarle un reportaje en exclusiva. Lo merece.

Panorámica de la Sierra Negra, desde Estiba Freda hasta la Tuca de Ballibierna. Foto: Barrabes

La Sierra Negra de Benasque: una atalaya culminada por dos tresmiles

La Sierra Negra es un largo cordal de altura, sin abruptas variaciones de desnivel, que comienza al sur del valle, en las montañas de Cerler, y finaliza en las Tucas de Culebras y Ballibierna, a más de 3.000m de altura. En la foto panorámica superior puede verse, en la esquina inferior derecha, como surge la zona final de la cresta entre Estiba Freda y Roques Trencades, y cómo continúa a través de varias cumbres hasta el pie de la pirámide cimera de la Tuca de Ballibierna, 200 metros por debajo de su cumbre.

 

De oeste a este, en el cordal, las cimas anteriores a la Tuca de Estiba Freda (Coroneta Rasa, Burroyo, Picalbo, Espacs y Tuca Royero) son menores, difuminadas en la gran anchura de la atalaya en ese tramo. De Estiba Freda al este (Tuca de Estiba Freda, Tuca de Roques Trencades, Tuqueta Blanca de Ballibierna y Tuca Arnau, justo debajo de la Tuca de Ballibierna) , son cumbres mayores. La Tuca Arnau está justo al lado de la Tuca de Ballibierna que, en realidad, es la culminación de la sierra.

Es difícil que ningún visitante del valle abandone el mismo sin haber visto la Sierra Negra, bien sea desde la estación de esquí de Cerler, bien desde el pueblo de Benasque, desde el valle de Estós, o desde el Aneto; más difícil aún es encontrar a alguno que se haya percatado de su presencia.

La ruta que hoy proponemos es, ante todo, diferente. Diferente a lo habitual en un valle como Benasque, diferente a cualquier otra travesía con cima en un tresmil de toda la cordillera, y debido a su especial orografía, diferente a lo que se puede encontrar a lo largo del Pirineo.

Una sierra que mezcla sin transición las inmensas zonas de roca, nieve y hielo habituales en los tresmiles con las suaves montañas del sur, que cruza a través de paisajes de pura estirpe pirenaica, pero que posteriormente recorre un suave cordal de color y aspecto volcánico que recuerda con fuerza a algunas regiones de Ladakh o Islandia.

Cresta entre Estiba Freda y Roques Trencades. Foto: Barrabes

Las montañas de esta Sierra son muy hermosas, y sus cimas llegan a superar los 2.800m; pero, aunque están a la vista, suelen ser invisibles, camufladas como un libro en una biblioteca entre los laberintos de macizos de alta montaña de más de tresmil metros que conforman el valle.

Es un larga atalaya situada 1.700m por encima del fondo del valle, con excepcionales vistas a la sur del Aneto, Posets, Eriste, Perdiguero, Cotiella, valles de Castanesa, Ardonés y Benasque. Un mirador privilegiado que une sin transición los macizos de tresmiles con las montañas pastoriles y los pueblos del valle.

Desde la cumbre de Estiba Freda al oeste, cumbres menores de la Sierra. Al fondo, Estós, con Perdiguero y Posets. Foto: Barrabes

Las Tucas de Culebras y Ballibierna suponen una ruptura importante en el territorio, un radical cambio geológico y paisajístico. Partiendo desde el valle de Benasque, y durante todo el cordal hasta su cima, encontraremos sus montañas solitarias, de formas antiguas, redondeadas, poco alpinas en verano y de grave y desolada belleza; Una vez cruzada, al norte y el este, nos espera la zona de ibones y estanys de Angliós y Salenques, el paraíso del granito, territorio alpino, rocoso, nivoso, roto, lleno de ibones.

Para alcanzar el cordal hay muchas opciones, todas ellas muy largas si partimos desde los pueblos o el fondo del valle. Una de ellas parte desde la carretera hacia Llanos del Hospital. Prácticamente desde el Puente de San Chaime, a la entrada del valle de Estós, una senda comienza un fuerte ascenso a través del bosque hasta el inicio de la larga y amplia cresta, que recorreremos con subes y bajas, siempre por encima de los 2.500m, hasta su final. En la foto superior puede verse como, al final de la sierra, se ve la brusca caída hacia el valle del Ésera- que cruza de izquierda a derecha-, y como, enfrente, nace hacia el fondo el valle de Estós, con el Posets a la izquierda y el Perdiguero a la derecha.

Ascendiendo desde la cabaña de Ardonés a la Estiba Freda. Foto: Barrabes

Otra opción es ascender por Cerler y Ardonés, hasta la cima de la Estiba Freda. Pero en realidad hay muchos sitios desde los que se puede acceder.

Las posibilidades de actividad son muchas: desde una travesía que cruce hasta Angliós, hasta una circular con ascenso y descenso a Cerler o Benasque, cimas sueltas, etc. No vamos a indicarlas. Con este artículo solo queremos llamar la atención sobre una zona bellísima y que suele ser ignorada por la mayoría. Iremos a partir de este articulo, preparando nuestra nueva aventura…

Una de las virtudes de esta zona, además de tener algunas de las mejores vistas imaginables, es que permite un trekking de altura asequible a más personas de lo habitual en el valle a esa altura. Eso sí: avisamos de que, si bien no es un terreno muy técnico, además de poder hacerse muy larga la jornada si no se planifica bien, apenas está marcado e hitado. Algo que deben tener muy en cuenta aquellos con poca experiencia en montaña y orientación antes de atreverse a afrontar la travesía, especialmente en caso de mal tiempo, o animarse a realizarla con ENCAMINADOS.

Y algo importante: se trata de una zona de pastores y ganado, se ruega respeto absoluto a esta forma de vida tradicional del valle.

Cima de la Estiba Freda. Continúa la cresta hacia Roques Trencades. Foto: Barrabes

Insistimos en que este artículo no es una guía, sino más bien una propuesta, por lo que no indicamos tiempos ni recorridos exactos; quienes que se aventuren tendrán primero que investigar y medir sus fuerzas bajo su responsabilidad, o contratar la actividad a través de ENCAMINADOS.

Una zona difícil de transmitir por palabras. Es mejor vivirla y visitarla para entender a qué nos referimos.

¿Te atreves?